“Ellas asumen las tareas que el estado no está llevando a cabo”

Für die deutschsprachige Version hier klicken

Activistas « Auf eigene Faust » (Por cuenta propria) ponen de manifiesto la importancia de la lucha contra las violaciones de los derechos humanos (Foto: Deutsche Menschenrechtskoordination Mexiko)

¿Cómo es la situación actual de las desapariciones forzadas en América Latina?

Graciela Martínez (GM): La desaparición forzada es una grave violación de los derechos humanos que se produce en América Latina desde hace décadas. Puede que este fenómeno no sea tan visible internacionalmente cuando pasa en nuestra región, pero sigue ocurriendo. A nosotros como a Amnistía Internacional nos parecía importante tratar este tema, y por eso el año pasado lanzamos la campaña Buscar sin Miedo. Esta pretende apoyar a las mujeres que buscan a personas desaparecidas forzadamente en las Américas para que puedan realizar su labor sin temor a represalias y con dignidad. Nos hemos enfocado principalmente en México y Colombia. Eso no significa que esto no suceda en otros países latinoamericanos, pero nos parecen dos países bastante emblemáticos para dar un ejemplo de las situaciones que viven estas personas.

¿Cómo es particularmente en México y Colombia?

Mariano Machain (MM): Las desapariciones de México comenzaron en las décadas del 60, 70 y 80 con la represión de movimientos disidentes. A partir del 2006, con la fuerte militarización de la seguridad pública y la llamada guerra contra el narcotráfico, las desapariciones empezaron a subir muchísimo. Hoy en día existen oficialmente al menos 120 mil personas desaparecidas o no localizadas en México y alrededor de 10.000 nuevos casos cada año. Estas son solo las cifras oficiales; hay indicios de que el número real es mayor. Al mismo tiempo, existen solamente 36 sentencias condenatorias por el delito de desaparición forzada y más de 72 mil personas fallecidas no identificadas en los servicios forenses mexicanos.

GM: En Colombia es también un tema que persiste, que sigue sucediendo, a pesar de que se ha firmado un acuerdo de paz.

¿Por qué desaparecen tantas personas? ¿Qué factores contribuyen a esta situación?

MM: En el pasado la represión política era el principal factor estructural detrás de las desapariciones. Periodistas y defensores de los derechos humanos siguen siendo asesinados y silenciados mediante desapariciones forzadas, pero eso afortunadamente ha bajado muchísimo. Lo que ha subido mucho es el caos de la seguridad pública y las políticas que apuntan a la militarización del país. Muchas personas pueden sufrir desaparición forzada por estar en el lugar incorrecto en el momento incorrecto. Por supuesto, hay fuertes células o agrupaciones de crimen organizado que tienen los medios, las armas y la logística para desaparecer gente por sí solas, eso es posible, pero en nuestra experiencia la gran mayoría de estos casos tiene algún elemento de colusión y complicidad estatal.

GM: Un aspecto que es muy importante que señalamos en el informe, tiene que ver con la impunidad. Esta es una constante y en general hay pocos avances en la investigación de las desapariciones. Es decir, si no hay castigo a las personas responsables de violaciones a los derechos humanos, no hay forma de que se puedan parar.

¿Quiénes son las personas que buscan y a qué peligros se exponen?

MM: Las personas que se organizan para buscar son 99% mujeres y están sufriendo ataques por esta labor. Cada vez es más peligroso buscar. Tenemos registradas desde el 2019 14 personas asesinadas por buscar, de las cuales 9 son mujeres.

GM: Las mujeres buscadoras en la región han jugado un papel histórico. Ellas asumen las tareas que el Estado no está llevando a cabo. Además de la desaparición forzada como violación a los derechos humanos, se producen otro tipo de violaciones asociadas a la búsqueda: se producen ataques que van desde la estigmatización, el robo de información e incluso pueden llegar a la desaparición de las mujeres buscadoras y de sus familiares. Ellas no reciben la protección que necesitan y a menudo destinan muchos de sus muy escasos recursos económicos para la búsqueda.

El 15 y 16 de enero se llevó a cabo en Ginebra el primer Congreso Mundial sobre Desapariciones Forzadas. ¿Qué se discutió ahí?

MM: El congreso reunió un amplio conjunto de actores: colectivos de víctimas, gobiernos y organizaciones de la sociedad civil de más de 80 países, las comisiones de Derechos Humanos de las Américas, las comisiones Interamericana y Africana de Derechos Humanos, y los diferentes organismos de Naciones Unidas que trabajan en el tema de las desapariciones forzadas. Su objetivo era ver qué se puede hacer a nivel internacional para que este tema se vuelva una prioridad de una amplia gama de gobiernos, entre estos el alemán y el mexicano.

En concreto, el congreso llegó a seis principales conclusiones y puntos de acción. Un punto importante, por ejemplo, habla de fortalecer las conexiones entre mujeres buscadoras en todo el mundo. Otro compromiso mundial es fortalecer a la sociedad civil para fortalecer la conexión entre diferentes organizaciones de base, las familias y la ONU. A nivel latinoamericano es importante crear una red de solidaridad y apoyo entre organizaciones de familiares y organizaciones civiles para impulsar acciones conjuntas.

¿Qué importancia tienen los foros internacionales, por ejemplo como al que asistieron en Ginebra y este actualmente en Berlín, en el avance de políticas públicas sobre las desapariciones forzadas?

GM: Estos espacios son muy buenos para compartir los avances que hay en cada uno de los países. Por ejemplo, Andrea Torres de la Fundación Nydia Erika Bautista compartió en Ginebra su experiencia con la Ley de Mujeres Buscadoras que se aprobó en Colombia el año pasado. Esto permite que otras mujeres buscadoras en otros países conozcan de esta ley, que es única en la actualidad, y así avanzar en sus esfuerzos por sus derechos.

MM: Nos interesa movilizar a la sociedad y al gobierno alemán para que le planteen al gobierno mexicano que no se puede ser un socio comercial de primer nivel de Alemania y al mismo tolerar violaciones a los derechos humanos. Ser amigos y socios implica tener los mismos valores y luchar por las mismas causas, es decir, no permitir violaciones a los derechos humanos de manera generalizada.

Juan Carlos y Andrea, miembros de su familia han sufrido desapariciones forzadas. ¿Pueden contarnos más al respecto?

Juan Carlos Lozada (JCL): Soy hijo de Juan Carlos Lozada Mahuem, quien desapareció en el año 2009 en el estado de Hidalgo, México. A partir de su desaparición tuve que luchar para encontrarlo. Mi papá desapareció hace 15 años… La mayoría de las búsqueda fueron iniciadas por nuestras abuelas o nuestras madres, pero ahora estamos en este cambio generacional y a los hijos y a las hijas nos toca seguir lo que nuestras madres iniciaron.

Andrea Bautista (AB): Soy sobrina de Nydia Erika Bautista, quien fue desaparecida forzadamente por el Ejército de Colombia el 30 de agosto de 1987. Fui testigo de su detención el día de mi primera comunión. Desde el momento que fue desaparecida mi familia se dedicó a la labor de buscarla, a hacer la denuncia por lo que le había ocurrido.

¿Cómo es su activismo actualmente? ¿Cuáles son sus objetivos?

JCL: Yo fundé el colectivo Juntos por Hidalgo. Cuando desapareció mi papá no existía en México ningún mecanismo de protección física y jurídica para los familiares de personas desaparecidas. No existía ninguna institución para la búsqueda, investigación e identificación especializada en el tema de desaparición. Entonces las familias nos empezamos a juntar para hacer incidencia en los ámbitos políticos, para llamar a las instituciones a impulsar estas políticas públicas en materia de desaparición, y para luchar por una ley general en materia de desaparición forzada para las familias y por una declaratoria de ausencia especial. Lo que hacemos en Juntos por Hidalgo es luchar por los temas de identificación y por leyes que nos protejan en nuestra búsqueda.

AB: Soy abogada de la Fundación Nydia Erika Bautista. Mi madre la fundó con un premio de derechos humanos que ganó en Alemania. Como ella estaba en el exilio, su trabajo desde la fundación consistía en brindar acompañamiento humanitario a las familias y ayudarles con cubrir sus necesidades básicas, ya que uno de los impactos más graves de la desaparición es el empobrecimiento. Con la fundación instalada en Colombia después de su regreso al país, empezamos un trabajo más amplio de acompañamiento jurídico a los diferentes casos que acompañamos, así como también de lobbying frente a diferentes instituciones y al estado para promover políticas públicas en prevención y erradicación de las desapariciones forzadas. Creamos también una escuela de liderazgo en la que involucramos a las familias que acompañamos y hacemos varias labores de capacitación para el empoderamiento.

¿Hay algún progreso en particular del que estén muy orgullosos?

JCL: El gran logro es haber redactado la ley de desaparición en el estado de Hidalgo. Para nosotros fue un gran avance porque la ley mandata distintos mecanismos y herramientas que facilitan la búsqueda de las personas desaparecidas.

AB: Hemos tenido participación en la creación de todas las leyes que hay en Colombia para la prevención y atención de la desaparición forzada, desde la ley 589 del 2000 de tipificación hasta la reciente ley de mujeres buscadoras, aprobada en 2024. Esta ley al comienzo recibió mucha resistencia por parte del gobierno y por eso buscamos el apoyo internacional; así logramos posicionar el tema en la agenda política. Ahora estamos iniciando el proceso de implementación de esta ley, que es el reto más fuerte que tenemos en Colombia.

¿Cómo se puede apoyar y proteger mejor a lxs buscadorxs en su peligrosa tarea? ¿Cuáles son sus deseos para el futuro?

JCL: Nosotros lo que más necesitamos de México es voluntad política, porque las herramientas ya están. Países como Alemania nos pueden ayudar demasiado porque uno de nuestros grandes se dio precisamente gracias a la cooperación internacional.

AB: El deseo es que se erradiquen las desapariciones forzadas. En este momento tenemos un incremento de esta problemática, con el agravante de que la mayor parte de desaparecidos recientes son jóvenes y niños. Es el futuro de Colombia el que está desapareciendo. Y a pesar de los altos niveles de impunidad que se tienen en Colombia, soñamos con que la justicia ordinaria y los nuevos tribunales transicionales que fueron creados mediante el acuerdo de paz investiguen de manera eficiente, diligente y sancionen a los responsables.


Hola!

Wenn Dir gefällt, was du hier liest, dann unterstütze unsere ehrenamtliche Redaktion doch mit einem Abo! Das gibt's schon ab 29,50 Euro im Jahr. Oder lass uns eine Spende da! Egal ob einmalig 5 Euro oder eine monatliche Dauerspende – alles hilft, die LN weiter zu erhalten, Gracias ❤️

MAGALY QUINTANA, LA TENIENTE MALBOZALEADA

Für die deutschsprachige Version hier klicken.

Magaly Quintana Pereyra – La Maga // Foto: Margarita I. Montealegre

Desde hace tiempo tengo un proyecto llamado Las Malbozaleadas, en alusión al término que se le da a esas personas irredentas que no hay quien las calle, aquellas que no aceptan imposiciones y rompen esquemas, aunque se las tilde de antipáticas o cabronas. Son semblanzas de buena parte de mis amigas de adolescencia y juventud, con las que compartí historias de guerrillas y movimientos sociales.

Malbozaleada es indicador de no sometimiento, señal de rebeldía, de la resistencia que nos llevó a levantar hombros, dar la vuelta, y pensar ¡umm! están locos estos majes. Ese apego al sentido común, nos salvó. Nos hizo mantener la espalda erguida. Y por eso ahora no necesitamos usar la justificación ñoña: “yo cumplía órdenes”, o cerrar los ojos, desviar la mirada ante la destrucción de los sueños por los que íbamos a morir. Y así se explica que hoy nos encontremos entre las señoras azul y blanco, vandálicas”.

La Martha Magaly Quintana Pereyra era de las primeras candidatas de mi proyecto, y, como buena malbozaleada, hizo lo que quiso y se fue sin avisar. Desde aquí la honro y la despido entre lágrimas y risas pensando en su vida.

Como casi todas las malbozaleadas, la rebeldía le empezó temprano rechazando los vestidos y las mangas abombadas estilo repollo, como les dice Sofía Montenegro, que llevaban un forro de tela como de mosquitero pero tieso-tieso, para abombar el vestido y parecer princesa. Para colmo de males, su familia le consiguió una beca en el colegio La Asunción, donde estudiaban las hijas de la gente de clase media alta o muy adinerada, entre ellos las niñas Somoza.

Cada día en lugar de rezar, meditaba ¿qué maldad hago hoy a estas monjas? Una vez, como su tía era costurera del colegio, tomó un vestido de una congregación piadosa y desfiló con ellas, con las piadosas y bien portadas. Las monjas la sacaron arrastrada, pero siguió en el colegio hasta bachillerarse. Fue basquetbolista como su padre y sus compañeras de clase recuerdan que temían les lanzara la bola quemada (un balón disparado con tal fuerza que quemaba la piel).

A la Maga se le conocía como la “teniente Quintana” en el año del triunfo sandinista. A esta mujer bella y luchadora le dieron baja deshonrosa en el primer año de la Revolución. La conocí en León en los años 70. Cuando llegué a la universidad, ella era de las vacas sagradas del movimiento estudiantil. Caminaba con parsimonia, vestía minifaldas a la orilla del calzón, actuaba en el Teatro Estudiantil Universitario y se movía dando órdenes durante las vigilias mientras hablaba en contra del alza de la leche y la gasolina o dando apoyo a las huelgas del Sindicato de Carpinteros, Albañiles, Armadores y Similares. Yo la miraba y decía: ¡Queeee revolucionaria!

Una noche, sentada en las gradas del recinto del año básico, la vi pasar abrazada con el muchacho que me gustaba. Abandoné mis intentos de ser novia del joven que se parecía a Bobby Benítez, el guitarrista o cantante de un conjunto mexicano, Los Yaqui. No iba yo a competir con la electa Miss Poneloya, coronada a la orilla del mar en el ahora desaparecido restaurante Rancho Sonoro. Su foto, con peinado estilo patito, abombado y puntas para arriba, cachitos en los ojos, tacones cuadrados go-gó medias de nylon, fue alevosamente distribuido por sus amigas, cuando ya ella era un ícono de resistencia a la moda, mamá de las desgarbadas y feminista ilustre.

“No me retracto, allí está su CUUN. ¡Adiós!”


La memoria más temprana que tengo de resistencia al modelo autoritario del FSLN entre la militancia, fue de ella. Dejó de estudiar en León y de repente apareció como jefa del Centro Universitario de la Universidad Nacional (CUUN) en Managua. Esta organización, así como el Frente Estudiantil Revolucionario, se consideraba un ente intermedio del Frente Sandinista para reclutar guerrilleros y colaboradores, conseguir recursos y financiar la guerrilla.

Ya en Managua, su papá la matriculó en la UCA. No aguantó ni dos meses, le “cayó mal” la UCA y se matriculó en su amada UNAN, donde rápidamente pasó de activista a presidenta del CUUN. A principios de los 70, se conoció la denuncia a través del diario La Prensa, de que la campesina Amada Pineda, esposa de un líder del partido socialista en Matagalpa, había sido apresada y violada repetidamente por la Guardia Nacional de Somoza. Desde su investidura como jefa del CUUN, la Maga como presidenta, emitió un comunicado condenando la agresión. Inmediatamente, el FSLN le ordenó que se retractara. Ella, muy ella, les dijo: “No me retracto, allí esta su CUUN. ¡Adiós!”. Y formó una Comisión de Derechos Humanos en la universidad donde estudió Periodismo, luego se convertiría en una comunicadora formidable.

Después de 1979 la reencontré en Matagalpa, cuando todas sus propiedades alcanzaban en una mochila, pero antes trabajó en la cárcel de régimen abierto donde realizó un trabajo profundo con los presos. Allí conoció a un preso que había sido el cocinero de Somoza a quien le dio clases. Promover un tratamiento diferente hacia los privados de libertad, tratarles de forma humana y distinta del sistema carcelario, la hacían lo que era.

Desubicada o más bien rebelde ante el régimen que se venía imponiendo, como lo hizo ante la aparición de un famoso anuncio publicitario supuestamente a favor de la revolución donde un campesino, tras una alambrada, decía: “Yo soy libre como la luz del día”. El diario de oposición, La Prensa, entrevistó al campesino y él negó esta relación, razón por la que el Gobierno empezó una campaña en contra del diario con imágenes de Pablo Antonio Cuadra y el Cardenal Miguel Obando quienes gruñían como cerdos, a la que se opuso de forma franca y directa. Sobre esto, contó:

“Yo de idiota que me meto en lo que no me llaman, me fui al correo a poner un telegrama a Iván García, quien era el director del Sistema Sandinista de Televisión, diciéndole que los mensajes que no educan no son revolucionarios y lo firmo como teniente Quintana. Pasaron dos o tres meses y todo en tranquilidad hasta que un día me dicen que el jefe del Sistema Penitenciario Nacional me citaba al día siguiente a las 8 en su oficina. Yo me quedé súper feliz, pues en mi pensamiento me imaginé que me iban a subir de grado, por lo tanto, iba a ser capitana y saldría de mi pobreza extrema. Además, mínimamente me entregarían un Lada, aunque fuera muy viejito y todo chocado o un WAS. Así que a las 7 en punto estaba en la oficina del jefe esperando y con todo mi rostro bien sonriente.

Cuando entró a las 10 de la mañana a su despacho, le veo cara de perro y pensé que la esposa o su amante, lo había tratado mal la noche anterior. Mi susto fue que me dijo que tenían varios meses de andarme buscando y mi respuesta fue “que extraño porque yo siempre llego a mi trabajo”, cosa que lo puso más arrecho, y empezó a decirme que Tomás Borge se había coordinado con Humberto Ortega para que me rastrearan, y que estaban pensando darme de baja deshonrosa por haberme atrevido a enviar semejante telegrama.

Por supuesto que de inmediato le respondí que la baja me tenía muy sin cuidado y que seguía manteniendo mi postura. Resultado: me quedé sin lada, sin Was, sin ser capitana y al mes siguiente ya me estaban proponiendo mi retirada del Ministerio del Interior, cosa que acepté muy contenta porque sí algo nunca entendí en mi vida, es qué estaba haciendo yo en ese lugar.

Otro de sus capítulos, siempre rechazando lo establecido, es cuando Mónica Baltodano, quien fungía como secretaria de la Presidencia durante los años 80, la llevó de asistente a la Casa de Gobierno y casi se queda con el puesto, porque no la asistía sino que podía sustituirla, recuerdan los cercanos. Pero un día se aburrió y se fue. Además, dice, que tenía que andar elegante en el trabajo, y eso no le gustaba.

Con esta misma rebeldía asumió su identidad sexual. Fue acusada, con otras, de “corromper” a la militancia femenina con ideas lesbianas. Aquello fue un soberano escándalo. En Matagalpa, en donde trabajaba, el Frente organizó una asamblea y la acusó de toda clase de “desviaciones ideológicas”. En la asamblea ella se levantó y les dijo: “Todo eso me lo dicen por lesbiana”. Entonces, Daniel Núñez, el todopoderoso jefe de Reforma Agraria, y a quien yo tenía como machista, se levantó y les dijo: ¿Qué les pasa a ustedes? dejen a la muchacha en paz, si ustedes hacen cosas peores. Y si no la quieren en el FSLN, en el INRA, Magaly, tenés trabajo. ¡Toma canalla!

Ya entonces empezaba el trabajo de hormiga de organizar a las mujeres bajo la bandera feminista con el teatro como vehículo. De allí, pasó a la creación del Colectivo de Mujeres de Matagalpa. Con su pareja María Cavalleri, una italiana hermosa que falleció de cáncer, y otras mujeres, organizaron y capacitaron a las parteras, crearon una casa materna, una radio, una cartilla de alfabetización con metodología de educación popular, aún en uso. Todas esas creaciones todavía permanecen, aunque como el CUUN, en su momento, ella les dijo o le dijeron ¡Adiós!

Sobre la militancia, en lo que ahora se nombra, la diversidad sexual, la Maga fue una de las primeras en capacitar sobre sexualidad, entender que sexo y amor no tienen que ir juntos, que hay opciones, y que reivindicar el placer y la autonomía del cuerpo es una acción feminista. Ella ayudó mucho para que jóvenes de barrios populares en León y Managua salieran del closet. “Y como todo mundo se volvió lesbiana, me volví heterosexual”, decía.

La vi impulsando el primero y segundo Comité Nacional Feminista, el Programa Centroamericano La Corriente y el Grupo por los Derechos Sexuales y Reproductivos, y cuando éste se amplió, integró al Movimiento Autónomo. A ella se debe que las excluidas de éste se nombraran Movimiento Feminista. Fue: “Ah, ustedes son autónomas, nosotros somos feministas”. A mí me parecía una jugada maestra. Pero también se fue de esta organización o la fueron.

Después de haber contribuido a la organización de los primeros grupos feministas en Matagalpa, Masaya y Managua, fundó Católicas por el Derecho a Decidir (CDD) capítulo Nicaragua. Su astucia como estratega de comunicación logró que en estos tiempos digitales, siendo una sesentona nica consiguiera 194 mil visitas en su página, un hito solo para señoras analógicas. Lo sé. Humildemente lo sé. Un millenial tiene más de 200 mil seguidores y ni suda. A mí me comparten una publicación más de mil veces y me viene una pequeña muerte.

Y según yo, se convirtió en mimada de la prensa nacional, que le consultaba casi a diario sobre cualquier tema relacionado con las mujeres, sea este femicidio, pruebas de paternidad, mortalidad materna, etc. Eso ha dado a creer que las CDD son un ejército. No lo son, pero trabajan e impactan como si lo fueran. Además de crear y mantener un Observatorio sobre violencia por más de 10 años, realizaba un activismo digital envidiable a favor de diversas causas, la lucha Palestina, por ejemplo.

Ayudaba en todo lo que podía. Así funcionó con el muchacho que requería una prueba de paternidad porque pensaba que era hijo de un malquerido comandante. O a las madres de mujeres asesinadas por hombres machistas, a quienes les ayudó a entender que sí pueden buscar justicia, dónde denunciar o pedir el informe de Medicina Legal porque el sistema tiene mil y una trampas para esconder los femicidios.

Cuando un caso aparecía como suicidio, las CDD eran detectives al estilo CSI: buscaba en Facebook, buscaba direcciones, papeles, se informaba e informaba. Una gran ayuda para las familias que por lo general no saben dónde preguntar o denunciar. “Si no se hace justicia, al menos que se denuncie”, era su mantra.

Los 90 la encontraron en las calles protestando. Siempre buza como ella calificaba a la gente inteligente. Durante una protesta, donde había un gran cordón de antimotines, se amarró con Irving Dávila, (q.e.p.d) y fue a reclamar a los policías. Ante el alboroto que armó, un nutrido grupo de ´los hombres de negro´ se vino contra ella, mientras la gente joven avanzó donde iban a llegar e hicieron las pintas.

Para los guardas de la Corte Suprema de Justicia, donde a menudo las CDD convocaban a plantones, ella era Luisa. Sucedió que estaban parando el tráfico por cinco o 10 minutos y preguntaron quién era la responsable, la señalaron, el policía se le acercó y le preguntó cuál era su nombre. Ella inventó uno y luego lo olvidó. Durante otra actividad, un guarda se acercó jalándola de la camiseta:

• ¡Doña Luisa, doña Luisa, no cierre el tráfico! 

• ¡¿Qué?, ¡Yo no soy Luisa!, dijo ella.

• ¡Como no!, la tenemos apuntada, usted es Luisa Lane, le dijo el guarda.

Ocurrencias marca Magaly. No entiendo la razón, pero mucha gente la confundía con doña Vilma Núñez de Escorcia. Un día, durante una protesta, le enllavaron las llantas de su carro. Cuando le avisaron salió hecha un basilisco y mientras la gente gritaba ¡se llevan el carro de doña Vilma! la Maga les mentaba toda la parentela a los policías. Uno de ellos le dijo, que barbaridad ésta doña Vilma tan seria que se ve en la televisión y tantas vulgaridades que nos dijo. Finalmente, no se llevaron el carro de “doña Vilma”.

Cuando salvaron de la cárcel a un joven hijo de una deportista famosa, con la excusa de que las cervezas le habían causado “el arrebato de violar”. Su grupo llegó a derramar cervezas a los portones de la CSJ. Edén Pastora y Edwin Castro pueden dar fe de su bravía, al primero lo bajó de una tribuna tirándolo de la camisa porque no dejaba hablar a una feminista, y al otro, lo tiró al suelo y le pegó una sopapeada delante de sus paralizados custodios. Eso fue el día que prohibieron definitivamente el aborto terapéutico en Nicaragua. Seguramente uno de los más tristes de su vida, esa vida dedicada al amor, la defensa de las mujeres y la lucha por los derechos humanos.

Puede ser que a estas alturas algunxs digan qué mujer más invivible, yo digo mujer leal, capaz de mucha ternura. Como amiga movía montañas, siempre presente y resolviendo clavos prácticos, así fueran sus amigas o las víctimas de “cualquier injustica, cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo”, frase que a mí me parece define mejor al feminismo, que a quienes hoy se llaman revolucionarios. Por eso te digo, ay mi Maga, te fuiste como querías, de un solo y volando verga a la dictadura. Me vas a hacer falta, malbozaleada.

 


Hola!

Wenn Dir gefällt, was du hier liest, dann unterstütze unsere ehrenamtliche Redaktion doch mit einem Abo! Das gibt's schon ab 29,50 Euro im Jahr. Oder lass uns eine Spende da! Egal ob einmalig 5 Euro oder eine monatliche Dauerspende – alles hilft, die LN weiter zu erhalten, Gracias ❤️

Newsletter abonnieren