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En febrero de 2024, todavía un 16 por ciento de los electores no había decidido a cual de los ocho candidatos dar su voto. Al final, en las elecciones del 5 de mayo del 2024, José Raúl Mulino, de la coalición entre los partidos Realizando Metas y Partido Alianza, ambos de tendencia derechista, terminó por ganar. Con el 32,2 por ciento de los votos, le sacó unos diez puntos de ventaja al segundo mejor posicionado, Ricardo Lombana —una segunda vuelta no existe en Panamá—. Mulino originalmente no era candidato a la presidencia sino a la vicepresidencia, puesto que el candidato real era el expresidente Ricardo Martinelli. Martinelli fue condenado a 10 años de prisión por blanqueo de capitales en julio de 2023, inhabilitándolo para una candidatura en las elecciones presidenciales. Después de la confirmación de su condena en febrero de 2024 por la Corte Suprema de Justicia, se autoexilió en la embajada de Nicaragua y le pidió a su esposa que asumiera la candidatura. Cuando ella declinó, finalmente se lo pidió a Mulino, quien así recién en marzo del 2024 se convirtió en candidato, mucho después que los candidatos de los otros partidos.
A pesar de su condena, Martinelli sigue gozando de una popularidad casi religiosa. Esto se debe al hecho que gran parte del electorado panameño lo asocia al periodo de bonanza económica de su mandato del 2009 al 2014. Al enterarse de estar inhabilitado por haber sido condenado, Martinelli empezó a difundir videos e imágenes en redes sociales con el mensaje “Votar por Mulino es votar por Martinelli”. Eso lo hacía a pesar de la prohibición del uso de nombre e imagen de Martinelli en vallas publicitarias, emitida por el Tribunal Electoral al partido Realizando Metas (cuyo nombre fue escogido para coincidir con las iniciales del expresidente, RM). Ni Martinelli y Mulino prometían el fin de la corrupción, sino más “Chen-chen en tu bolsillo”, expresión que para los panameños significa dinero.
Como ministro de Seguridad Pública durante el gobierno de Martinelli, Mulino fue criticado por ser el responsable de la represión policial ejercida sobre un grupo de manifestantes (al menos 82 jornaleros) en Bocas del Toro, en julio del 2010. Acciones similares a esta le fueron duramente reprochadas al gobierno saliente durante las protestas del 2023.
La docente y socióloga Noemi Aparicio nos comenta sobre esta victoria: “A mi pensar, no hubo sorpresas, pero sí hubo personas que estaban sorprendidas de que el señor Mulino ganara, quizás en algunos partidos políticos tradicionales. Aunque históricamente el panameño ha votado tan alternadamente y es un voto casi castigo”.
El “voto castigo” se da en el contexto de que a finales del año pasado el país se paralizó frente a la movilización más grande de las últimas décadas por el tema minero. Durante casi tres meses, miles de personas se habían aglutinado en protestas en todo el país, en las cuales hubo muertos y heridos. El deseo de repudiar o castigar al gobierno saliente es fácil de verificar hablando con los votantes, o viendo los resultados electorales: el PRD, de ser el principal partido político del país fue llevado al borde de la extinción, obteniendo menos del 6 % de los votos.
Para estas elecciones surgieron además otros tipos de actores en el escenario político: los llamados independientes, candidatos que no se proyectaron desde partidos políticos tradicionales, y que buscaban notoriedad desde las protestas. Entre estos candidatos sobresalieron tres presidenciales: Ricardo Lombana, del Movimiento Otro Camino (MOCA), partido que él mismo fundó en el 2022; Zulay Rodríguez, de libre postulación pero diputada y miembro del PRD; y Maribel Gordon, de libre postulación respaldada por miembros del desaparecido partido de izquierda Frente Amplio por la Democracia (FAD), conectado con el sindicato más grande del país (SUNTRACS) y demás fuerzas protagonistas en conjunto con grupos indígenas y otros sindicatos.
Las candidaturas independientes fueron aún más importantes en las elecciones a la Asamblea General de Diputados (Órgano Legislativo) y de los gobiernos locales, donde la coalición de independientes obtuvo victorias inesperadas. Eso se notó principalmente en la Asamblea, donde obtuvo 20 curules de un total de 71, convirtiéndolos en la bancada más grande; lo que llama la atención, tomando en cuenta que en las anteriores elecciones solo hubo cuatro independientes (sin coalición). Además de esto, el músculo de Vamos también alcanzó para ganar dos alcaldías y 12 juntas comunales, un gran logro considerando que en anteriores elecciones los independientes no pudieron ganar ningún gobierno local.
De la coalición Vamos destacan dos líderes fundadores: los diputados salientes Gabriel Silva (35) y Juan Diego Vásquez (28), ambos candidatos por la libre postulación electos en 2019. Juan Diego Vásquez es un fenómeno mediático: recibe agradecimientos en las calles y es seguido por 216 mil usuarios en la plataforma X, quienes ven y comparten con orgullo en TikTok e Instagram clips de sus intervenciones en el pleno de la Asamblea. Juan Diego Vásquez llegó a su curul prometiendo principalmente acabar con la corrupción legislativa, promesa que hizo gran eco entre los panameños. Según el informe Barómetro Global de la Corrupción de Transparency International de 2019, un 56 por ciento de los encuestados opinaban que la corrupción se había agudizado en los últimos 12 meses, mientras que un 69 por ciento pensaba que la misma residía principalmente en la Asamblea. A pesar de su popularidad, ni Gabriel Silva ni Juan Diego Vásquez optaron por otro período debido a que 5 años atrás se habían comprometido con la campaña #NoALaReelección. Esa campaña fue difundida sobre todo en redes sociales y vallas publicitarias sin firma, ni bandera política, pero se especula que fue financiada por la Fundación MOVIN (formada por personas de la elite panameña en torno al multimillionario Stanley Motta, nota de redacción). Denunciaba la poca eficiencia de la clase política tradicional y su corrupción.
El tono de esa exitosa campaña revivió en las elecciones del 2024, a través del #NoVas, derivado de un video que se hizo viral durante las protestas en contra de la minería, y el cual era en un principio dirigido a José Gabriel Carrizo, candidato a la presidencia por el partido PRD y vicepresidente saliente. La forma positiva de “no vas” es “vamos”, y en esta ocasión, la petición no sería no votar por los políticos actuales, sino cambiarlos a través del voto plancha por la lista de postulación de Vamos. Ni siquiera MOCA, el partido de Ricardo Lombana, anterior ganador político del #NoAlaReelección, pudo posicionar la cantidad de candidatos que Vamos ubicó.
Stephanie Peñalba, recientemente electa alcaldesa del distrito de Arraiján como una candidata joven e independiente, comentó sobre estas elecciones a LN: “Las inequidades, la desigualdad y la corrupción, éstas fueron algunas de las motivaciones. Aunque también reconocimos a tiempo que la juventud tiene un rol importante en el desarrollo de nuestro país y que con preparación, capacidad y voluntad, se puede transformar el país. Así cerramos 25 años de lo mismo, un episodio oscuro y vergonzante de nuestro distrito”. En este mismo sentido, el ciudadano y activista social Ricardo Martínez opina en conversación con LN que el electorado panameño habría aprendido que en estas elecciones no importaba si tuvieses plataforma o financiamiento, sino una buena campaña bien llevada: “No necesariamente se necesita una estructura, una vía electoral organizada. Se puede lograr a través de un plan de acción que no tiene que ser de pocos meses, sino prepararnos para esto que significa aspirar a un puesto político”.
A pesar de centrar su discurso en la corrupción, los líderes conocidos de Vamos no hablan de cómo sería el país sin este monstruo. A pesar de que están en contra de los partidos tradicionales y de la clase política, no se conoce su posición con respecto a la privatización, los tratados de libre comercio o la migración. Esto ha causado que su coalición esté conformada tanto de personas que abiertamente hablan de “achicar el Estado”, dicen estar en contra de las vacunas, “la ideología de género” y de la Agenda 2030 de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en contra de la pobreza y para la sustentabilidad, como también de candidatos a favor de los derechos LGBTQ+, el estado de bienestar y el aborto. La interrogante entonces es si esto creará fisuras en el movimiento y cómo afectarán estas diferencias a la gobernabilidad de los diputados, alcaldes y representantes electos.
La lucha contra la corrupción es atractiva, pero no satisface las necesidades de los panameños
¿Qué hay que esperar del gobierno entrante? Panamá es de los países con mayor desigualdad en la región latinoamericana y caribeña según el coeficiente de Gini. Por muy atractiva que sea la lucha contra la corrupción, no termina de satisfacer las necesidades de los panameños. Prueba de ello es que frente a todo pronóstico, muchos votantes jóvenes prefirieron conectarse con propuestas “más allá de la corrupción” como la de Mulino-Martinelli de “chen chen” en los bolsillos; el “Plan para la vida digna” de Maribel Gordón que planteaba una mejora de las condiciones de vida para la clase trabajadora; e incluso con las imágenes futuristas creadas con inteligencia artificial del candidato “influencer” a alcalde de la Ciudad de Panamá, Mayer Mizrachi. Aparte de la poca experiencia en la administración pública de los candidatos independientes, existen varios dilemas inminentes a los que tendrá que enfrentarse el nuevo gobierno. Algunos de ellos son la falta de fondos para las pensiones de jubilación de la Caja del Seguro Social, la crisis hídrica del Canal de Panamá y el manejo de la deuda externa, la cual asciende a $47.406 millones. Pareciera entonces que hay suficiente incentivo para el nuevo presidente para “realizar metas”.