„MEDIDAS POPULISTAS HUBIERAN LOGRADO DAR VUELTA EL RESULTADO”

Viviana Delgado, Alejandra Salinas y Elisa Giustinianovich (Foto: Susanne Brust)

¿Cómo percibieron la campaña en sus respectivos puestos? ¿En qué consistía su trabajo diario?

Elisa: Yo fui parte de la campaña “Apruebo Nueva Constitución” de los movimientos sociales. En el proceso de revuelta desde el 2019 en adelante ha habido un significativo empoderamiento de estos movimientos . Por eso se tomó la decisión de generar un comando de movimientos sociales para la campaña y no quedar nuevamente subyugado o al alero de los partidos.
Ahí inscribimos el Comando de Movimientos Sociales con más de 100 organizaciones de diversa índole y a través de ese comando se impulsó por una parte la tremenda tarea – para organizaciones que son autogestionadas, que no tienen recursos ni nada – de participar en la franja. Por otra parte, también hubo que diseñar y pensar la estrategia conjuntamente desde este espacio de articulación, y lo que tiene que ver con el levantamiento del material gráfico, el contenido de la propaganda. Fue súper interesante porque la forma en que nosotras a través de ese comando plasmamos los mensajes o el contenido del texto en los volantes, fue la propaganda mejor recibía por parte de la población.

Viviana: Como estamos en cargos público, la derecha se encargó de vigilar hasta nuestras redes sociales para que no hiciéramos campaña. En cargos públicos, uno en Chile no puede ser partidista (durante sus horas laborales, nota de redacción). Pero igual salimos a la calle, ¿sabes dónde nos fuimos? Fuimos a meternos a las villas malas. A esas a que nadie quería ir por temor. Ahí anduvimos metidas puerta a puerta, porque sentimos que eso deja mucho. Porque si alguien tiene duda, tú se lo aclaras con la constitución en mano y de hecho aclaramos muchas dudas que eran mentiras.

¿Cómo fueron recibidos durante su trabajo puerta a puerta?

Viviana: Cuando ellos abrían la puerta y los alrededores estaban llenos de basura, el agua verde podrida fuera de sus casas y se notaban las malas condiciones de vida, nos decían: “¿Qué saco yo con tener una nueva Constitución, si esta es la vida que me da el gobierno? ¿Esto es lo que hace mi alcalde también por mí?” Hubo muchos vecinos con una desesperanza enorme. O sea, los gobernantes hicieron las cosas tan mal que la gente ya no cree en nada si no tiene algo tangible que pueda ver. Entonces llegamos con esta Constitución diciendo, “mira, va a mejorar la salud, va a mejorar esto otro“ a un vecino que se levanta a las 5 a pedir una cita médica, un vecino que tiene un hoyo afuera de su casa y no se lo tapa nunca, o donde la delincuencia y la droga se apoderó del lugar. ¿Cómo queremos convencer de que podemos ofrecer algo mejor si no lo hemos sido capaz de hacer en tantos años?

En Maipú ganó el apruebo de todas maneras. ¿Cómo se explican ese resultado?

Alejandra: Creo que había hartos factores. En Maipú especialmente había una sintonía con la administración actual, muy contraria a la administración pasada, donde había una alcaldesa [de derecha] que era de la farándula, que hizo mucho desatino con nuestra sanitaria, con la educación.
También el despliegue territorial todos los días en el metro, en la mañana temprano, después en la tarde, en la noche. El trabajo también con la junta de vecinos, que uno iba a aprovechar para meter el tema. Entonces yo creo que fue una mezcla, una mezcla de trabajo y de que se propiciaba con la nueva administración.

Elisa: Tal vez pudiera haber una relación en los municipios donde ganaron gobiernos locales, progresistas con representantes que tienen arraigo territorial y que durante esos meses de ejercicio previos al plebiscito hicieron bien la pega. Da confianza a la ciudadanía de que las instituciones funcionan, de que se mejora la vida con este cambio. O sea, un voto con esperanza en los cambios.

Había dos comandos diferentes para el apruebo. Un comando que estaba cerca de las fuerzas políticas del gobierno (Apruebo por Chile) y otro que quería distanciarse del oficialismo (Apruebo Nueva Constitución). ¿Cómo fue la cooperación entre ambas campañas?

Elisa: Desde antes de finalizar el proceso, ya veníamos pensando desde la articulación de movimientos sociales que queríamos levantar e impulsar nuestra propia campaña, con nuestra propia voz.
Siempre tratando de mantener buenas relaciones con el comando del “Apruebo por Chile”. Había reuniones periódicas también conjuntamente, a comentar una que otra cosa. Queríamos que cada territorio viera de acuerdo a sus condiciones, de acuerdo como se llevan o no las relaciones, si se trabaja conjuntamente. Y ojalá propiciar que así fuera, porque obviamente asi se facilita el trabajo de despliegue de una campaña electoral. Y al menos desde Magallanes funcionó relativamente bien en lo que tiene que ver con la distribución del territorio que visitamos puerta a puerta.

¿Fue un error llevar dos campañas diferentes por el apruebo?

Elisa: En general los partidos tienen un propósito tanto político como electoral. Su apuesta es disputar poder. Eso es complicado para quienes no tenemos voz – o que la tuvimos solo por un periodo – que nuestro espacio sea cooptado y a paso el sentirnos utilizadas en función de lo que ellos quieran capitalizar para una siguiente elección. Todo gira en torno al partido, y nunca se nombra a las organizaciones que son las que definitivamente dejamos los pies en la calle. Eso generó roces, generó dificultades en distintos lados, pero al menos la intención de trabajar de manera no conjunta, pero sí conectada siempre estuvo. La única alianza política que hizo campaña efectivamente fue Apruebo Dignidad. Pero el Partido Socialista y otros partidos de izquierda no movieron un dedo para que gane el apruebo.

¿Cómo se explican el resultado del plebiscito?

Elisa: Hubieron cosas fundamentales que faltaron en el diseño del proceso que fueron gravitantes, a mi parecer, para perder finalmente el plebiscito: la participación ciudadana e indígena, la educación cívica y el presupuesto, algo básico para desplegar una estrategia comunicacional.
Diseñaron un proceso muy corto, muy acotado, con normas bien establecidas, y cuando terminamos el trabajo tuvimos tan solo dos meses para hacer campaña versus una contra campaña del rechazo que se instaló desde el primer día.

Alejandra: Hubo un voto que nadie pudo manejar. Al hacer el voto obligatorio, un padrón electoral que siempre fue de 6 millones subió a 13 millones, o sea, un cambio de 5 millones de personas que no sabíamos realmente para dónde iban, que habían estado desconectadas de un proceso social de mucho tiempo. Ese voto fue de respuesta también al modelo neoliberal, a esa acérrima necesidad de preocuparte de lo tuyo nomás y no interesarte en lo que está pasando al lado.

Ahora esa parte de la población se hizo presente. ¿Como experimentaron esto?

Alejandra: Estábamos en una burbuja y eso nos pasó la cuenta. En las redes sociales, se te va juntando gente que piensa como tú. Pero era sesgado y creo que fue un error haber estado en esa burbuja.

Viviana: Lo mismo paso con los shows. Ahí nosotros nos ilusionamos, decimos “ohh, estamos llenando las calles cada vez que se hace un show con el apruebo.” Una vez nos dijeron “Oye, la gente no va por el apruebo, va por el show.” Y yo dije “No, no puede ser.” Cuando vi la Alameda llena, donde no se podía caminar, dije “Ganamos, ganamos.” – Y van por el show. Bueno, los que votamos apruebo, estábamos ahí.

Elisa: Que tú seas concejala, Alejandra, y que seas diputada, Viviana, que yo haya sido constituyente, demuestra que no estamos en una burbuja. Tuvimos un aprendizaje de llevar campañas electorales fuera de la burbuja y por eso salimos electas. Y fue un ejercicio que replicamos con esa campaña. Pero claro, el voto de apruebo es un voto con esperanza, un voto que quiere los cambios y ves sus adherentes en la calle. El voto del rechazo es un voto antipolítico, un voto de desesperanza de quien ya no cree en nada ni nadie.

Retrospectivamente, ¿hay algo que podrían haber hecho para salvar a la constitución?

Elisa: Dos meses para contrarrestar un año de contra campaña del Rechazo, una campaña brutal de fake news. O sea, era imposible. Por mucho que tú llegaras a todas las casas de Chile con el mensaje de ir a explicar, a informar a la junta de vecinos y la agrupación y la calle y todo. Después la gente llegaba a la casa, prendía la tele y altiro venía el miedo: “parece que esto no me conviene, así que rechazo”. Entonces para votar apruebo, tenías que ser activista o tenías que tener convicción, o tenías que tener a alguien cerca que estuviera todos los días como aclarando tus dudas, tus inquietudes. Para votar rechazo, solo necesitabas una tele en casa.

Entonces, ¿era imposible?

Elisa: Probablemente lo único que hubiera logrado dar vuelta el resultado lamentablemente son medidas populistas. Nos echamos encima las AFP, a las Isapres (compañias de seguro privados de pensiones y de salud, nota de redacción), a las clínicas y universidades privadas, a todo el empresariado extractivista, a los políticos corruptos. Y claro, en dos meses ¿cómo haces eso? Probablemente hubiese sido súper favorable para el apruebo un bono invierno (pago especial para familias de bajos ingresos, nota de redacción)…

Alejandra: O un quinto retiro (de un 10 por ciento de los ahorras de las AFP, nota de redacción), la Canasta Básica Universal. O sea, ese tipo de medidas que paliaran la situación de crisis económica profunda que estamos atravesando a nivel global, pero que en Chile evidentemente se viene arrastrando desde hace muchísimo tiempo. Puede que eso hubiera generado un escenario que amortiguara esa indignación.

¿Harían también alguna autocrítica?

Viviana: Sí. El Pelao Vade (el ex vicepresidente de la convención Rodrigo Rojas Vade que había basado su campaña en la falsa afirmación de que tenía cáncer, nota de redacción) lo embarró, esa historia la tomó la derecha, salió en los diarios y en televisión hasta más no poder.

Elisa: También hubo un decaimiento de la aprobación popular sobre la convención por la falta de maduración de esta nueva fuerza que viene de los movimientos, de comprender que nuestro pueblo es relativamente conservador respecto a cómo ve o como desea ver a la política y a la institucionalidad – que esperan figuras públicas confiables serias, con medida, que sean mesuradas en la forma de decir y hacer las cosas. Hubo mucha gente que nunca se enteró de que era figura pública y de que todo lo que dijera, si cometía un error, se iba a replicar masivamente en todo el país. Entonces eso pasa por falta de madurez política.

¿Qué ideas tienen para seguir adelante desde aquí?

Viviana: En Chile la televisión puede más que nosotros. Ante eso es imposible ganar. Entonces cuando tenemos los medios nosotros para tener televisión popular, yo creo que ahí vamos también a llegar a la gente. Además hay que empezar a financiar nuestras propias redes de comunicadores sociales dentro de nuestras comunas, nuestras regiones y empezar a contar con nosotros mismos.

Elisa: Por primera vez tuvimos esa posibilidad de encontrarnos todas estas iniciativas, esta lucha en un espacio constituyente. Y desde este nuevo lugar que no teníamos hace dos años ─ no teníamos articulación nacional, no teníamos un programa político como ahora sí lo tenemos ─ ahora estamos en un mejor pie como para poder seguir avanzando. A mi me parece que inevitablemente va a devenir en la creación de un nuevo referente político, en una organización política que pueda apostar no solamente a lo electoral, sino que a depurar también el texto constitucional en un marco programático que pueda disputar un sentido común de masa. Es una tarea larga, pero no es difícil porque lo que se ha logrado construir en esa propuesta son realmente cosas muy necesitadas en Chile.

,,FUE UNA PELEA DURÍSIMA”

Die LN sprechen mit der Verfassungsdelegierten Manuela Royo über die neue Verfassung Chiles.

Manuela Royo (Foto: privado)

Durante todo este año trabajó en la nueva constitución, ¿cómo evalúa este proceso? 

Creo que logramos avanzar harto. Además de escribir una constitución, también se transformó a la Convención en una plataforma de expresión política de debate. Porque nosotras no llegamos a la convención para disputar el poder con ellos, con la derecha o con los varones, bueno quizás algunas sí. Nosotras llegamos para que Chile sea más justo, para vivir en una sociedad mejor, y en ese camino sí tenemos que asumir responsabilidad, pero no es desde los liderazgos personales.

¿Y estos valores también se pudieron transferir al trabajo en la Convención?

Las constituciones finalmente establecen bienes jurídicos constitucionales, como el orden público y la seguridad, temas que políticamente han sido super relevantes. Poner la soberanía alimentaria, las semillas y los ríos al mismo nivel que otras cosas que históricamente han sido centrales, es también una pelea que estamos levantando. Es también poner los cuidados en el mismo plano como algo que sale de la casa y que se sitúa por un lado en la no-violencia y en el respeto. En este plano logramos generar conciencia a muchas personas.

¿Han podido convencer a otres constituyentes de estas perspectivas en las negociaciones?

Fue un camino difícil. Pero de a poco hablando, convenciendo, negociando también logramos que se aprobaran normas. Por ejemplo, una idea más tradicional de la izquierda es que la única forma de financiar los derechos sociales es a partir de la explotación de los recursos naturales, y nosotros ni siquiera hablamos de recursos naturales. En la Comisión de Medio Ambiente primero nos rechazaron todo. Los diarios se rieron de nosotros ridiculizando las ideas como post-extractivistas o de decrecimiento, como si fuésemos puros hippies.

Y ahí peleamos por dos lados: por un lado, con la derecha conservadora, con este negacionismo respecto al cambio climático. Pero, por otro lado, y eso fue lo más triste, nos tocó pelear con gente de izquierda que consideraba que esto era producto de creencias místicas, pachamámicas, a las cuales había que decirles que esto es un hecho científico y no un acto de fe. Que se esté acabando el agua no es un invento de nadie, es real. Y eso fue una pelea durísima. Obviamente hubo traiciones, deslealtad y todo, fue difícil. Pero finalmente se logró y yo siento que se logró una legitimidad dentro del proceso.

El medio ambiente fue el enfoque de su trabajo en la convención. ¿Qué importancia tiene la naturaleza en la nueva constitución?

Es super importante. Desde el artículo primero de la constitución establecimos que el Estado de Chile es un Estado ecológico que dentro de sus valores fundamentales reconoce el respeto por los derechos de la naturaleza y la interdependencia. Ese concepto plantea que la naturaleza no es un recurso natural respecto al cual podemos obtener un provecho económico para el crecimiento del país, sino que tiene derechos que deben ser respetados y garantizados por el Estado y por las personas. Nosotros somos parte de la naturaleza y no podemos vivir sin ella. Por lo tanto, cosas tan sencillas como la alimentación y el agua son tan importantes como la estabilidad económica. Eso fue una lucha super relevante que dimos. Y al final, es verdad, cuando uno dice que es la primera constitución escrita en cambio climático.

Luego se establecen principios ambientales y estatutos constitucionales sobre bienes comunes naturales que hacen una distinción entre bienes comunes apropiables e inapropiables. Los inapropiables son el agua y el aire. Entre los apropiables se encuentran el bosque nativo y los humedales entre otros, y respecto a estos el Estado tiene un deber de tutela. Es decir, yo puedo ser dueña de un bosque, puedo comprar un terreno que tenga bosque nativo, pero yo no puedo llegar y talarlo porque eso afecta a la naturaleza. 

¿Cómo se plasman estos principios en lo concreto?

Hay normas que nos hablan de la protección de los humedales, de los bosques nativos, del ciclo hidrológico, de la conectividad hídrica, y que protegen los glaciares que son las fuentes desde donde nace el agua, excluyendo la actividad minera desde ahí.

También se lograron normas sobre ordenamiento territorial. La mayoría de los usos del suelo son destinadas a la actividad extractiva como minería, forestales y energía. La redistribución de los usos del suelo es muy importante porque va a permitir la recuperación de los ecosistemas y la recuperación de los ríos y de la naturaleza.

Pero también asumimos esa crítica hacia la constitución del Ecuador o de Bolivia: Pese a que en Ecuador se consagran los derechos de la naturaleza, en la práctica el Amazonas está lleno de pozos petroleros. En Bolivia se reconocieron los derechos de la Pachamama, no obstante lo primero que pasó fue la Guerra del Agua. Lo importante, por un lado, es una institucionalidad que orgánicamente proteja a la naturaleza y también no quedarnos en lo declarativo, porque eso también puede ser muy peligroso. No sólo consagrar derechos y principios, sino también una bajada práctica, reglas concretas. 

¿Cómo se plantea esa institucionalidad en la constitución?

Por un lado, planteamos la justicia ambiental, que hace una bajada constitucional a la participación ambiental, a la democracia ambiental y la toma de decisiones y la participación en estas materias. Junto con ello se crean tribunales ambientales en todas las regiones, porque en Chile solamente existían tres. Si te contaminan el río, el agua para beber, para vivir, para poder litigar en estos tribunales hasta ahora uno no tenía derecho a tener una asistencia jurídica gratuita y eso vulnera muchos derechos.

Queremos que eso no dependa de la voluntad de una ONG o de un abogado en particular, sino que sea el Estado quien, tal como evalúa y acepta proyectos, también defienda la naturaleza y las comunidades. Por eso se crea la defensoría de la naturaleza, una institución autónoma pública encargada de representar judicial y extrajudicialmente de forma gratuita a quienes vean vulnerado sus derechos. Esta institución también puede representar a la naturaleza en el evento de que sea necesario judicializar las vulneraciones a sus derechos.

¿Qué rol tiene en la constitución el agua en particular?

El agua es donde más trabajamos. Consagramos un estatuto constitucional del agua en el cual se establece que el agua es incomerciable y que respecto de ella van a existir derechos de uso que tienen que cumplir una función social y una ecológica. Allí se garantiza el derecho humano al agua y la protección de los ecosistemas.

Desarrollamos una institucionalidad que se va a hacer cargo de la distribución de los usos de agua en base a estos principios y se crean consejos de cuencas como instancias comunitarias y participativas respecto a la toma de decisiones sobre el agua. Además, se protege el agua potable rural. En Chile la mayoría de las comunidades rurales no tienen agua y no hay alcantarillados. Entonces se crean cooperativas de agua rurales que se distribuyen comunitariamente en el sector del campesino. 

Incluso con la derecha teníamos el mismo diagnóstico con respecto al agua, pero con enfoques distintos. Nosotros venimos mucho más desde la ecología, y ellos desde la política más tradicional, de infraestructura. Es una disputa super importante que tenemos que dar desde la izquierda. Porque el medio ambiente puede ser capitalismo verde, no? Bueno, en Europa saben lo que es (se ríe)… o puede significar pensar en la redistribución desde una perspectiva mucho más socialista, de cómo nos vinculamos con la naturaleza, superando esa lógica de apropiarse de todo.

¿En qué condiciones trabajaron en la Convención?

Fue un proceso rápido y autogestionado, porque de verdad el gobierno (de Sebastián Piñera, nota de redacción) a nosotros no nos dio nada, ni un lápiz, ni un escritorio. Por ejemplo, teníamos una sala de unos tres por cuatro metros para doce equipos, sin aire acondicionado, ni calefacción. Los constituyentes no tenían ningún lugar donde sentarse, hacer reuniones, ni trabajar. Había algunas salas comunes que se pudieron reservar, pero estaban más lejos y en otro edificio. Se habló mucho en un comienzo de que ojalá pueda ser un proceso que toma en cuenta los cuidados, que pueda haber una guardería para niños y niñas… no había nada.

Resulta que este proceso tenía unos costos personales gigantescos. Mucha gente contó que los hijos estaban mal, deprimidos, que no veían nunca a sus madres y padres, hasta hubo intentos de suicidio entre los hijos e hijas. Todo eso con una presión mediática encima, la presión de los poderes políticos, trabajando hasta las dos de la mañana todos los días. Pasamos de la pandemia a la Convención, entre el nivel de trabajo y la precariedad que teníamos, poco apoyo, mucho estrés, mucha violencia. 

¿Violencia?

Sí. Durante el proceso constituyente me tocó vivir mucha violencia. Me amenazaban por las redes sociales que me iban a matar, que iban a ir a mi casa. Por ejemplo por twitter suben nombres de personas izquierdistas y entonces tú puedes recibir 300 mensajes diarios, gente que te da miedo. Hace un par de meses recibí una amenaza de muerte. Fue horrible porque se hacía referencia a que me iban a violar y descuartizar y mandaron fotos de mujeres violadas y descuartizadas.

Siempre he presentado denuncias y una vez presenté una querella, pero la fiscalía no hace nada. Aún cuando identifiqué a la persona, un pinochetista. Al final lo que buscan es que uno se quede callado. Pero yo no, al revés. Salí a los medios de comunicación, publiqué el nombre del tipo. Hacer público lo que se vive es una forma también de defenderse. Esto te da un resguardo.

¿Qué estrategias utiliza la derecha ahora mismo para impedir que se apruebe la nueva constitución?

Hay gente que está haciendo campaña generando desconfianza, como antes hicieron contra las vacunas. Uno pasea por las calles y ve propaganda escrita con noticias falsas sobre la Convención. En las calles de Santiago hay afiches en las paredes que dicen cosas como “La constitución es una mentira.” Lo peor es que la derecha sabe que mentir le sale más barato. Por ejemplo, el senador Felipe Kast del partido Evópoli (un partido de derecha, nota de redacción) dijo en la radio que la constitución va a permitir el aborto hasta los nueve meses. Está mintiendo descaradamente. Y así es todos los días. Es una guerra psicológica.

¿Cuál es su perspectiva hacia el plebiscito? ¿Qué es lo que esperan?

Nuestra apuesta es movilizar a las bases. Esperamos que en estos dos meses que quedan haya una gran movilización social. La gente que ha estado tradicionalmente organizada, los sindicatos, Modatima, las verdaderas redes sociales, que existen, no las que están inventando ahora. Era difícil hacer campaña antes de que el texto estuviera listo. No podíamos decir “si, está todo bien” si nos faltaban cosas por votar. La derecha empezó desde antes a decir que estaba todo mal.

Ahora hay un proceso donde hay que informar a la gente, hay que ir a las calles y a los territorios. Para la campaña, las zonas más importantes son las comunas más populares de Santiago donde se concentra la mayor cantidad de votos. Yo vivo en la Araucanía, pero ahora estoy en Santiago. Por la campaña voy a estar en los dos lugares.  Para llegar a las zonas rurales, lo más certero es por la radio.

¿Créen que se va a aprobar la nueva constitución?

En Chile hay mucha gente de derecha, pero en verdad la votación histórica, el plebiscito de salida de Pinochet, fue aproximadamente un 60 por ciento para la izquierda y un 40 por ciento para la derecha, y ahora con Boric fue la misma proporción. La apuesta es movilizar a esta gente. Hay un gran centro de indecisos que todavía no sabe qué va a votar y nosotros creemos que cuando vean el contenido de la constitución esas personas van a darnos su aporte. Pero nos queda muy poco tiempo y tenemos poca plata.

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