“Esta Constitución es peor y peligrosa”

“Por mi abuela, por mi mamá, por mi hermana” Marcha feminista el 8 de marzo 2022 en la Alameda en Santiago (Foto: Josefa Jiménez)

El movimiento feminista ha sido uno de los primeros sectores sociales que se posicionó en contra de la nueva Constitución. ¿Por qué? ¿Cuál fue el momento decisivo?
Ya desde el inicio empezamos a advertir ciertos elementos de este proceso. Lo primero fue la exclusión total de todos los movimientos sociales: Fue un proceso levantado por las fuerzas políticas que durante 30 años administraron el sistema neoliberal y que habían sido impugnadas durante la revuelta social. Por lo tanto, ya desde el inicio advertimos una posición de alerta sobre este proceso. En su primer momento no tenía considerada la paridad, tampoco los escaños reservados. De alguna manera, era una antítesis del primer proceso constituyente y además una respuesta incluso castigadora de aleccionamiento. Esta fue la primera alerta. La segunda alerta fue cuando gana con mayoría el sector más conservador de Chile, la ultra derecha neoliberal, que son los Republicanos. Y la tercera alerta fue cuando empezamos a ver los resultados del trabajo.

Desde una perspectiva feminista, ¿cuáles son los puntos más críticos de este nuevo texto?
Una de las cosas que más nos pone en alerta son distintas normas que ponen en peligro nuestras vidas como mujeres y además nos ponen en un peor estado de lo que ya estamos. En uno de los artículos se pone en peligro la ley de aborto en tres causales. Otra de las alarmas fue que hay un artículo que hace inaplicable la Ley Papito Corazón. Esa ley es una de las herramientas que el Estado tiene para que los deudores de alimentos a sus hijos e hijas, que en mayoría — el 95% — en Chile son hombres, cumplan con sus responsabilidades. El Estado puede disponer de los fondos de las pensiones que acumulan estos hombres. Por lo tanto, algo que ha sido histórico en la lucha de las madres en Chile, que los varones, sobre todo los padres cumplen con el derecho que tienen todos los niños y niñas de alimentarse, corre peligro. Otra norma que nos pareció muy crítica fue la norma del sistema de cuidados que lo reduce exclusivamente a la familia. Entonces no hay un derecho socializado del cuidado, que era una de las cosas que sí proponíamos nosotras en nuestra propuesta de Constitución anterior. Históricamente, como movimiento feminista, hemos luchado por la socialización de los cuidados para volver con ese tema a la esfera pública.

Como Coordinadora 8M, no participaron activamente en el proceso. ¿Cómo acompañaron el trabajo del Consejo Constitucional, entonces?
No hemos participado de este proceso porque fue cerrado. Quedamos en los márgenes de la exclusión. ¿Y cuál sería nuestro rol entonces? Uno informativo y educativo. Creemos que tenemos este deber de informar, de educar, de advertir los peligros que contiene este nuevo proyecto constitucional. Es algo peligroso, no solamente para la vida de las mujeres, de los niños y las niñas, de las disidencias, sino que también para el país, porque es un proyecto que además mantiene — incluso en otros aspectos radicaliza — todos los elementos del neoliberalismo que hemos criticado los últimos 30 años y que han precarizado, han empobrecido a nuestras vidas.

¿Cómo intentan cumplir con estos deberes?
Nosotros levantamos la “Campaña de mujeres y Disidencias por el contra”, que está orientada principalmente hacia mujeres y jóvenes indecisas. Nuestra consigna es “Es peor y peligrosa”. En ese sentido, nos hemos agrupado con distintas organizaciones feministas, ABOFEM, por ejemplo, que es una asociación de abogadas feministas, y con compañeras de La Rebelión del cuerpo. Esta campaña tiene dos ejes centrales: Uno es la difusión por redes sociales y medios de comunicación. Por otro lado está el trabajo territorial con mujeres, juntas de vecinos y vecinas, agrupaciones comunitarias y territoriales. La semana pasada estuvimos articuladas con estudiantes universitarias porque también se juegan la gratuidad en el sistema de educación superior. Y también hay ciertas normas que ponen en peligro los avances respecto a los protocolos contra los acosos dentro de los espacios educacionales. Esto ha sido un trabajo bastante arduo, pero también con mucho convencimiento de que no podemos dejar que gane la ultraderecha, porque eso implica un peligro directamente hacia las vidas de las mujeres y disidencias.

Entonces, ¿qué posibilidades hay para el 17 de diciembre?
Generalmente, los pronósticos señalan que hay una ventaja del “en contra” versus el “a favor”. Pero nosotras hemos decidido no confiarnos en esas encuestas y no descansar, porque a pesar de que sí hay una balanza hacia el “en contra”, lo de los indecisos y las indecisas es un margen que cada vez se ha ido equilibrando. Entonces no es una batalla que hayamos ya ganado, y creemos que es necesario redoblar nuestros esfuerzos para hacer una campaña con mayor inserción.

¿Cuáles son los discursos más importantes en este momento?
Hay que desvirtuar ciertas ideas que se han puesto. Uno de los discursos es: “Si es que se gana el a favor, vamos a a estar más estables como país”. Nosotras hemos sostenido que no va a ser así, porque los problemas que venimos arrastrando hace 30 años no se van a solucionar y no vamos a tener mayor estabilidad. Y se ha jugado con esa idea porque se va a cerrar el conflicto, porque ya no vamos a tener más procesos constituyentes. Esa ha sido una de las ideas que más han llevado a gente a afirmar que está a favor, independientemente del contenido, porque las personas están cansadas de estar en conflicto. Por eso hay que señalar que este conflicto va a seguir abierto. Porque todavía no hemos encontrado una solución como país para estos problemas que en el estallido social aparecieron de manera mucho más patente; pero también eran problemas que, desde el 2000, el movimiento estudiantil ha venido afirmando, los movimientos socioambientales también. Eso es lo peligroso de esta Constitución: lo que hace es afirmar aún más este sistema de privatización de derechos, movido totalmente por el mercado.

Pero un voto “en contra” es un voto para mantener la Constitución de Pinochet, ¿no?
Estamos en una elección entre la Constitución de Pinochet o la que escribieron los pinochetistas. No es esa la disyuntiva a los 50 años del golpe que conmemoramos este año. Este es el resultado de un fracaso de la democracia de los últimos 30 años. De no haber sido capaz, ni los gobiernos de la Concertación, de generar un límite claro a las fuerzas pinochetistas que resurgieron. Un límite claro significa no permitir ciertos discursos que avalan, por ejemplo, la violación a los derechos humanos de manera tan simple y tan ligera, la falta de políticas públicas respecto a reparación, impunidad, la falta de educación en derechos humanos y en memoria. Estamos en un momento en que no podemos darnos el lujo de retroceder. No podemos tener una Constitución peor, no podemos perder ciertos avances muy pequeños que habíamos dado con ayuda de todos los movimientos sociales. Y sí, es una decisión bastante cruel.

Durante el primer proceso constituyente, varios movimientos sociales – como también la Coordinadora – decidieron participar en un proceso institucional que al final fracasó. ¿Hoy se arrepienten?
Como Coordinadora, no somos una organización dogmática. Vimos la posibilidad, hicimos una apuesta con nuestro análisis. Y no nos arrepentimos de haber entrado a la institucionalidad en ese sentido, porque era una institucionalidad extraordinaria. Pero, cuando entramos, nunca dejamos y perdimos nuestro carácter autónomo, caracterizado por la autonomía de los poderes fácticos, incluso de los partidos clásicos de la izquierda.
Ahora vemos que no hay una posibilidad para impugnar la institucionalidad. No hemos discutido y no nos vemos ni a corto ni a largo plazo ingresar a la institucionalidad, sino que nuestros esfuerzos van a seguir en los territorios, en las comunicaciones y sobre todo con la autonomía que ha caracterizado al movimiento feminista en Chile.

¿Qué se llevan de este proceso para futuras luchas?
Una de las cosas que nos llevó al Rechazo tiene que ver con la manipulación dirigida, sistemática y planificada que ha tenido la ultraderecha en todo el mundo de penetrar a los medios de comunicación mediante las fake news. Entonces, lo que hemos señalado como coordinadora es la importancia de tener medios masivos de comunicación propios. Imagínate, nosotros nunca tuvimos TikTok y ahora estamos intentando.

En Chile y otros paises como Argentina, la derecha está ganando fsuerza. ¿Cómo intentan enfrentarlo?
Una de las luchas importantes para el movimiento feminista y para los movimientos sociales es recuperar la perspectiva de alternativa, a construir proyectos políticos atractivos. Hemos mantenido una capacidad reactiva, pero no una capacidad propositiva. Hay que sistematizar ideas, sistematizar proyectos y generar proyectos alternativos.
Creo que otra tarea inmediata es una tarea de escucha, de volver a escuchar a las personas, a sus necesidades, a las problemáticas que vivimos todos y todas. Hay que generar más procesos de atención y diálogo. Y por otro lado, también creo que tenemos que generar procesos masivos de educación popular. En eso también nos hemos concentrado y queremos levantar una escuela de formación. No bajo el paradigma de que la gente no sabe y nosotras sí, sino que en el paradigma de volver a encontrarnos con las personas y poder hacer estos procesos de diálogo.
Todo eso tiene que ver con esa capacidad de captar la rebeldía y la frustración de las personas. Y es eso lo que ha hecho la ultraderecha: Ha sido capaz de darle un sentido común a la rebeldía y a la molestia que tienen las personas por el sistema y ofrecer una alternativa de salida. Aunque sabemos que no nos va a favorecer porque, al menos en Latinoamérica, es seguir manteniendo y profundizando el sistema neoliberal. La izquierda está llena de derrotas, los movimientos sociales estamos llenos de derrotas, y tenemos que verlo también como oportunidad para poder replantearnos y seguir adelante. Como un impulso para no abandonar nuestra lucha. Todavía tenemos abierta la posibilidad de seguir imaginando nuevos mundos, nuevas maneras de relacionarnos con los otros, con el sistema, con el Estado, con la naturaleza. Como movimientos sociales tenemos que recuperar esta capacidad de desear otras cosas. Porque también nos encontramos en un momento muy fértil para poder pensar otros proyectos.

„TODO PARA LOS PUEBLOS INDÍGENAS, PERO SIN LOS PUEBLOS INDÍGENAS”

AUCÁN HUILCAMÁN
es abogado y encargado de relaciones internacionales de la organización Mapuche Aukiñ Wallmapu Ngulam (Consejo de Todas las Tierras). Investiga cómo los Mapuche pueden utilizar las relaciones internacionales y normas jurídicas para la lucha por sus derechos. Es uno de las protagonistas del proceso constituyente Mapuche. (Foto: Martin Schäfer)



¿Cómo evalúa el estallido social de octubre del 2019?

A raíz del modelo económico y político instalado en Chile, la situación prácticamente explotó el día 18 de octubre de 2019. El pueblo chileno no soportó más la desigualdad económica, la exclusión social, la exclusión en los ámbitos de educación y de salud, la política de privatización y el modelo económico sin límite, en donde las personas no tienen ningún valor. Las leyes tienen por objeto resguardar el capital nacional y transnacional sin dar importancia al ser humano. Por lo tanto, eso explotó y nos parece muy bien que haya sucedido así.

La bandera de los Mapuche estuvo muy presente en las movilizaciones durante el año pasado. ¿Qué piensa sobre esto?

Que hayan tomado la bandera Mapuche como un símbolo ha sido verdaderamente significativo. No me lo esperaba, porque yo fui el autor material e intelectual de esa bandera en el ’92 y estuve seis meses en la carcel por esa bandera. Me acusaron de asociación ilícita en contra del Estado de Chile. Pensaban que yo iba a instaurar un Estado Mapuche en contra de los chilenos. Sin embargo, la bandera simplemente tenía tres propósitos: afirmar el derecho de autodetermincacion, apoyar el proceso de restitucion de tierras, y ser un símbolo que exteriorizara la vigencia de los Mapuche en el mundo contemporáneo. Nunca hubiera pensando que el símbolo, por el cual estuve en la cárcel, podría llegar a tener tanta dimensión en el mundo hoy, lo cual como persona me deja muy conforme.

¿Cuál es la situación actual de los Mapuche en el sur de Chile?

Hay un conflicto de gran dimensión, en donde operan el capital nacional y transnacional, las empresas mineras, las centrales hidroeléctricas y las forestales, aún cuando algunos forestales se han abierto a dialogar con los Mapuche. Ya no es la misma posición que la de hace 20 años atrás. Hoy día los Mapuche estamos envueltos en un gran conflicto con el Estado chileno y no hay ninguna forma de entendernos o dialogar. El Estado de Chile niega su responsabilidad por los actos militares, denominados la “Pacificación de la Araucanía”, en los que se cometió el genocidio contra el pueblo Mapuche, la confiscación de su territiorio y el proceso de Chilenización, es decir, la domesticación y el colonialismo interno que ha dañado culturalmente al pueblo Mapuche.

El Estado sostiene que siempre ha habido un estado de derecho y esto es una gran mentira. Hemos planteado la necesidad de instaurar en Chile una Comisión de la Verdad. Necesitamos un estándar de la verdad, necesitamos que se repare el daño causado y que se haga justicia con las víctimas, sean Mapuche u otros sujetos que pudieran ser afectados en lo que es más de un siglo de “pospacificación” de la Araucanía. Mientras no haya verdad, justicia y reparación en la Araucanía será difícil la paz.

¿Cómo se expresa actualmente la represión estatal hacia los Mapuche?

Hoy día, a raíz de la pandemia del Covid-19, hay un estado de excepción constitucional. Hay presencia militar a lo largo y ancho del país y un toque de queda. Nadie puede transitar, excepto en situaciones especiales con un permiso. En la Araucanía hay también una situación excepcional a raíz del conflicto, ya que el gobierno del presidente Piñera ha desplegado unidades militares en las regiones del Biobío, de la Araucanía, de los Lagos y de los Ríos  ̶  cuatro regiones en donde están las comunidades Mapuche. Por lo tanto, hay una atmósfera represiva. Esta pandemia le ha servido al Estado chileno para militarizar el territorio Mapuche, para impulsar una mayor tensión en las comunidades Mapuche.

¿Cuál es la situación de los presos políticos Mapuche?

Hoy día sigue habiendo medio centenar de Mapuche en distintas cárceles. Hace unos meses atrás terminó una de las huelgas de hambre más grandes de la lucha Mapuche. Y se sigue aplicando la Ley Antiterrorista que permite el testigo sin rostro. Es terriblemente grave que una persona no tenga el derecho a la debida o legítima defensa en un tribunal, porque quien acusa lo hace en el anonimato. Un testigo puede ser un policía, un uniformado de civil, y en la condición que esté su testimonio, de manera abstracta, es considerada válida, prueba definitiva. Y no hay manera de refutarla. Esta es una situación perversa, que tiene como objecto ensuciar la legítima causa del pueblo Mapuche. El Estado chileno sigue aplicando medidas represivas a los Mapuche, porque los niega como pueblo y niega sus derechos.

¿Hay un paralelo entre las luchas de los chilenos y de los Mapuche?

Hay una similitud, hay un paralelo. El Estado chileno con su política de violencia, conculcación, genocidio, despojo, nos llevó a la situación nuestra. Al pueblo chileno se le instaló un modelo económico que benefició a algunas personas y excluyó a la mayoría. Por lo tanto, hay cuestiones en las que tenemos similitudes, pero hay cuestiones que son completamente diferentes. Por ejemplo, la autodeterminación no la vamos a resolver con el pueblo chileno, ni con el Estado chileno, ni con el gobierno. Ese es un tema que radica exclusivamente en la capacidad de los Mapuche, si lo implementamos o no.

¿Cuál es su postura sobre el proceso constituyente chileno?

Nosotros apoyamos el proceso constitucional del pueblo chileno. No vamos a entorpecer, ni vamos a tomar posición del rechazo o del apruebo. Nosotros tenemos nuestro propio proceso de autodeterminación, que es diferente. No es contrario, se pueden encontrar, se pueden armonizar, pero uno no sustituye al otro.

El proceso constituyente chileno tiene condicionantes: el quórum de los dos tercios, la ley que no permite modificar los acuerdos económicos multilaterales, y una ley de partidos políticos, elaborada para los partidos y no para los que participaron del estallido social. Aun cuando se ha agregado el proceso constituyente independiente, hay impedimentos a la hora de inscribirse. La ley de partidos políticos está hecha para el bloque que está gobernando y para la oposición.

Hay un proceso tramposo, porque la clase política armó una legislación para beneficiarse excluyendo a la gran mayoría. Pero con la voluntad soberana del 78% del plesbicito tendrían que estar obligados a cambiar la ley de partidos políticos. Si los independientes tuviesen mayor participación y se eliminase la ley que prohibe derogar los acuerdos económicos, yo diría: sí. Pero, tal cual están las cosas, no hay certeza de que vaya a haber una constitución nueva en Chile.

La nueva constitución también abriría la posibilidad de definir a Chile como Estado plurinacional y así reconocer formalmente a los pueblos indígenas. ¿Qué opina al respecto?

En América Latina ya han habido procesos constituyentes originarios y reformas, hay una experiencia de 50 años de reconocimientos constitucionales y no han sido eficaces. Al contrario, ha sido una manera en que los gobiernos de turno toman posesión sobre los indígenas, implementan de manera más eficáz el colonialismo y la domesticación de ese Estado con los pueblos indígenas. Y en cuanto al concepto de Estado plurinacional, en Bolivia y en Ecuador, que son las dos grandes experiencias, nos reportan que el reconocimiento de Estado plurinacional es un reconocimiento formal, genérico e incluso hasta folclórico. Hablar de un Estado plurinacional me parece que es un simbolismo, una consigna carente de contenido.

Una forma para conservar los intereses indígenas pueden ser los escaños reservados para los indígenas en la convención constituyente…

Los escaños reservados no van a ayudar a resolver las tensiones y controversias en la Araucanía. Sustituyen al pueblo indígena y le anulan su derecho al consentimiento quedando éste radicado en los constituyentes de origen indígena. Un constituyente Mapuche puede tener un pensamiento neoliberal de derecha. El constituyente indígena, bajo la figura de escaño reservado, no tiene ningún mandato del pueblo. Sin embargo, habla y decide por el pueblo.

En segundo lugar, puede dejar a las presentes y futuras generaciones Mapuche amarradas al destino del pueblo chileno, porque van a quedar subordinadas institucionalmente en la constitución. En Ecuador, los indígenas hicieron un levantamiento en el 2019, porque no estaban de acuerdo con el concepto plurinacional. Dicen que fue un fraude político y jurídico. Ahora les dice el gobierno: “participaron de la nueva constitución, no se pueden retirar, porque ya son parte del Estado plurinacional de Ecuador”. Mañana a los Mapuche se les dirá: “primero son chilenos y sólo después son Mapuche”. Esto es complicado.

Todo para los pueblos indígenas, pero sin los pueblos indígenas. Esa es la consigna que pudiera caracterizar este proceso de escaños reservados. Yo le he estado recomendando a los Mapuche que quieran participar del proceso constituyente que lo hagan bajo la figura de los cupos independientes. De esta manera, los Mapuche se reservan el derecho a consentir o no y siguen en su ruta de autodeterminación.

Usted promueve la formación de un autogobierno Mapuche a través de una asamblea constituyente Mapuche (véase LN 538). ¿Cuánto ha avanzado ese proceso?

El proceso constituyente Mapuche es previo al proceso constituyente chileno, son dos procesos completa y absolutamente distintos. Nosotros ingresamos ya a una etapa de redacción del estatuto de autodeterminación Mapuche. Por lo tanto, estamos legislando por nosotros mismos, aunque no con la misma formalidad que el Estado chileno. Cuando terminemos de redactar el estatuto, estaremos a un paso de formar un gobierno. Seguramente habrá grandes tensiones en la formación de ese gobierno. Si vemos en el proceso constituyente del pueblo chileno una amenaza a los derechos del pueblo Mapuche, inmediatamente vamos a formar un gobierno provisional en los meses siguientes. Pero si el Estado actúa respetuosamente con nosotros, vamos a buscar maneras de entendernos.

¿Ve posibilidades reales de que resulte un gobierno propio de los Mapuche?

Hace un mes el presidente de la República formó un comité que se llama Wallmapu. Esto indica que está reconociendo una realidad diferente al país. Lo que nos está dando argumentos para decir que del Biobío al Sur es otra realidad y que no tiene nada que ver con Chile. Eso es reciente, logrado a raíz de la lucha. Yo lo tomé positivamente.

Los Mapuche tenemos tratados que reconocen una frontera territorial. Y la Declaración Americana (sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, nota de la redacción) dice que cuando las partes tienen una interpretación diferente de los tratados, pueden recurir a los órganos jurisdiccionales. Si formamos un gobierno provisional, que es mi meta personal, como primer acto vamos a ir a la Corte Interamericana o a la Corte Internacional a discutir el tema del territorio.

Newsletter abonnieren