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Rodolfo Walsh, uno de los periodistas más fundamentales de Argentina, quien fue secuestrado y desaparecido por la última dictadura cívico militar de ese país en 1976, una vez escribió: “Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan”. Como alumno ejemplar del establishment, Javier Milei en su gobierno tomó nota y es así como en los últimos días de 2024 y los primeros del nuevo año, lanzó un ataque feroz contra las políticas, instituciones y trabajadorxs en área de derechos humanos, quienes han sido símbolos de lucha contra el terrorismo de Estado.
A decir verdad, el ataque del gobierno libertario al campo de los derechos humanos ya había comenzado incluso desde antes de asumir el cargo, cuando Milei negó en campaña electoral que las personas detenidas-desaparecidas por la dictadura fueran 30 mil y eligió como vicepresidenta a Victoria Villarruel, quien tiene vínculos con la familia militar y una visión de la historia que exime de culpas a los máximos responsables del genocidio argentino. Pero los últimos días de diciembre Milei fue más allá, cuando despidió a un centenar de trabajadorxs de distintos espacios de memoria y de la Secretaría de Derechos Humanos, quienes dependen del Ministerio de Justicia de la Nación.
Cientos de despidos en sitios de memoria
En ese arrebato, el gobierno también anunció el cese de funcionamiento del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, un espacio de difusión y promoción de cultura y educación, ubicado desde 2008 en el Espacio para la Memoria y para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos. El hoy reconvertido predio es donde hasta 1998 funcionó la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), uno de los principales centros clandestinos de detención de la dictadura. Este espacio lleva ahora el nombre de uno de los más célebres escritores y periodistas argentinos, símbolo de la lucha revolucionaria setentista y donde hasta hace pocas semanas se programaba teatro, literatura, danza, fotografía, música. Allí hay, o habían, 87 trabajadorxs. Si bien ahora el gobierno dice que lo va a “reestructurar” y no cerrar, se teme que en realidad no vuelva a abrir sus puertas.
“Desde que fue creado, el Conti permite abordar el horror desde el arte. Busca ampliar, articular, improvisar e investigar en relación con las pedagogías de la memoria y abordar lo que pasó durante el terrorismo de Estado desde otra óptica. Yo creo que lo atacan porque este gobierno ataca a la cultura en general. Pero también porque en este lugar estamos organizados y tenemos un núcleo de resistencia colectiva”, menciona a Lateinamerika Nachrichten, Nana González, trabajadora del Conti y Secretaria Adjunta de la Asociación Trabajadores del Estado, el sindicato más activo del sector.
Como medidas colectivas para combatir los despidos y el cierre, lxs trabajadorxs del Conti organizaron y llevaron a cabo un festival multitudinario, que mostró el apoyo de la sociedad civil a los organismos e instituciones vinculadas a los derechos humanos y revalidó la consigna del “Nunca Más”, usada en Argentina para expresar el consenso de no repetición de los crímenes de lesa humanidad. Además, como parte del plan de lucha, planean seguir realizando acciones hasta llegar a la gran movilización anual del 24 de marzo, cuando se conmemora y repudia el inicio del golpe militar.
Protesta contra los despidos aumenta
Pero el centro cultural no es el único espacio dentro del predio de la ex ESMA donde hubo despidos y recortes. El Museo Sitio de Memoria ESMA – que es Patrimonio Mundial de la UNESCO –, el Archivo Nacional de la Memoria y la propia Secretaría de Derechos Humanos, que funcionan en el espacio recuperado en el 2004 junto a otros organismos e instituciones, también sufrieron recortes y cesantías, lo que los deja en una situación compleja para seguir funcionando con normalidad. Además, el ataque tampoco se circunscribe a la Ciudad de Buenos Aires, sino que se repite en muchas otras dependencias de derechos humanos en todo el país.
“No se trata solamente de la ola de despidos de estos últimos tiempos, que es lo más urgente, sino que también hay un desmantelamiento económico y financiero a cualquier política de derechos humanos que dificulta mucho funcionar en todas las provincias”, resume en diálogo con este medio Guillermo Amarilla Molfino, hijo de Marcela Esther Molfino y Guillermo Amarilla, ambos secuestrados por la dictadura y desaparecidos hasta el día de hoy. Gracias al trabajo de Abuelas de Plaza de Mayo, Guillermo recuperó su identidad en 2009, a sus 29 años, luego de vivir toda una vida con otro nombre y otra familia. Hoy participa activamente de la asociación civil que, en los últimos días de diciembre, pese al clima desfavorable y el ataque sistemático del gobierno, anunció la restitución del nieto número 138. Una alegría y un respiro en medio de tanta hostilidad.
“Hostilidad.” Amarilla Molfino repite esa palabra y dice que no puede explicar por qué el gobierno tiene tanta para con las instituciones vinculadas a los derechos humanos. “Muchas veces, en las visitas guiadas por el Museo Sitio de Memoria ESMA (donde también trabaja), los visitantes nos preguntan por qué la dictadura tuvo tanta hostilidad, tanta animosidad. Por qué los represores fueron tan crueles, por qué torturaron, por qué tiraron personas vivas al mar. Las respuestas son innumerables y deberían darlas los responsables. Acá pasa lo mismo. Realmente no sabemos por qué hay tanta hostilidad por parte de este gobierno. Quizás es porque se ponen en juego los intereses de los grandes poderes económicos del país, que en su momento fueron cómplices de la dictadura cívico-militar”, arriesga.
Hostilidad hacia las instituciones de derechos humanos
Por lo pronto, el gobierno avanza en el desmantelamiento del área. En 2024 solo se ejecutó un veinte por ciento del presupuesto previsto para el año para la Secretaría de Derechos Humanos y es un secreto a voces que en marzo habrá una nueva tanda de despidos en instituciones y Espacios de Memoria. Además, en las últimas semanas del año los organismos denunciaron, por un lado, actividades de espionaje ilegal por parte de fuerzas de seguridad en los actos de protesta de lxs trabajadorxs y, por otro, maniobras de la justicia para dejar en libertad o favorecer a los represores condenados por delitos de lesa humanidad.
“Llamamos al mundo a que mire lo que está sucediendo en la Argentina y actúe en consecuencia. Es fundamental frenar cualquier retroceso y defender los valores democráticos y los derechos humanos que tanto nos costó conseguir”, imploró hace unas semanas Estela de Carlotto, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. Durante 2025, confirmaron desde la asociación, se hará un trabajo intenso para ampliar los consensos y ayudas internacionales para intentar frenar los ataques estatales. La misma hazaña que, hace más de cuarenta años, emprendieron aquellas “locas” que buscaban desesperadamente a sus hijxs y nietxs y que, a fuerza de lucha, lograron imponer el hoy firme consenso del Nunca Más.